Quién soy yo

Y QUÉ PUEDO HACER POR TI

Trabajaré contigo, de manera personalizada, para crear un plan de nutrición y hábitos de vida saludables.

Mi plan, completo, de nutrición, consta de 5 fases.

Cada una de las fases incluye 4 semanas de asesoría, aunque podemos ampliarlo con la asesoría sin fase, si es que lo necesitas, para que vayamos al ritmo que tu cuerpo necesite y nos marque.

Es un plan personalizado para ti, teniendo en cuenta tus necesidades y gustos a la hora de comer

Está enfocado en la pérdida de peso y/o a la mejora de tu salud, por lo que, si no necesitas perder peso, pero quieres mejorar tu estilo de vida a uno más saludable, este plan también es para ti.

Ganar en salud

¿Sabías que la salud está estrechamente relacionada con lo que comemos?

Cuidar nuestra alimentación de manera adecuada repercute en nuestra salud presente y futura.

Mantener el peso

Al contrario de lo que casi todo el mundo piensa, perder peso es un efecto colateral de llevar una alimentación sana.

Mantener, después, nuestro peso y tener salud para hacer lo que nos gusta (ya sea subir una montaña o correr una maratón), debe ser nuestro objetivo.

Adquirir nuevos hábitos que perduren en el tiempo

La mayoría de las dietas fallan porque se basan en pasar hambre con un déficit calórico y no en comer lo correcto para que sostenible en el tiempo.

 

Crear hábitos y mantenerlos es una de las claves de mi plan.

Mi historia

Mi nombre es Montse y soy la fundadora y cara visible de Ketomonaa en RRSS, aunque Alberto es mi mano derecha y el que me ayuda en todo.

 

Alberto es mi marido, mi apoyo, amigo, enfermero y compañero de viaje, sin él nada de todo esto sería posible.

Siempre he sido una chica un poco diferente, la oveja negra de la familia, independiente y librepensadora. Me ha encantado nadar a contracorriente, no me gusta hacer lo que hace todo el mundo, siempre he dicho:

Soy muy disciplinada y constante en todo lo que hago, nunca me rindo ni acepto, tan fácilmente, un no por respuesta.

Me encantan los animales, la naturaleza, conocer el mundo y sus diferentes culturas y gentes, el deporte y, como no, el buen comer. ¿A quién no le gusta disfrutar de una buena comida en buena compañía?

Siempre he vivido reprimida con la comida para no engordar, contando calorías y huyendo de ellas pensando que así mejoraba mi salud, pero nada más lejos de la realidad, que obsoleta estaba.

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Como empezo todo...

Llevaba una alimentación basada en la pirámide nutricional tradicional, la que todo el mundo te vende como lo ideal para tener buena salud. Yo, ¿la librepensadora? Sí, hasta que me di cuenta y todo cambió.

Hacía todo tipo de deportes: escalada, barranquismo, esquí, submarinismo, iba al gimnasio 5 días a la semana, en fin, una vida activa y “sana”, o eso creía.

Mi estilo de alimentación me llevó a enfermar hasta un punto que creí no salir del pozo en el que estaba metida.

Antes de cumplir los 28 años, y después de hacerme un sinfín de pruebas y visitar muchos médicos, decidieron diagnosticarme fibromialgia.

Yo pensaba que ese diagnóstico no tenía sentido, ¿fibromialgia? ¿yo?

Mis problemas...

Me inflamaba como un globo de pies a cabeza, literalmente, y eso no era precisamente un síntoma de fibromialgia.

Un año después de ese diagnóstico, tras mi perseverancia en encontrar el origen a mis problemas de salud, llegué a un endocrino.

Cuando me visitó por primera vez, estaba al borde de un coma mixedematoso a consecuencia de la enfermedad de Hashimoto que tenía, el hipotiroidismo autoinmune, el más severo que hay y que hasta ahora no me habían sabido diagnosticar.

Empezó a recetarme “levotiroxina”, aunque con una dosis baja, ya que si me daba directamente la dosis que necesitaba podía tener una parada cardíaca.

Tras meses regulando mi medicación, y cuando se suponía que ya tenía que estar bien, seguía hinchada, con dolores en todo el cuerpo, con un cansancio extremo y engordando sin poder evitarlo.

Yo sentía que tenía que haber algo más. ¡Y lo había!

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Tome las riendas de mi vida

Tras leer muchísimos libros, me di cuenta de que la mayoría de enfermedades empiezan en el intestino, así que decidí ir al digestivo.

Me detectaron “Helicobacter pylori”, una bacteria carcinógena de tipo 1. Por suerte no llegué a desarrollar esa enfermedad, pero si tenía una inflamación enorme en los intestinos.

Al tratarme esa bacteria empecé a mejorar, pero aún seguía muy mal.

Empezaba a estar desesperada e incluso perdí el amor por mi vida, pero no me rendí. Ya te he dicho que no me rindo fácilmente y esto no iba a ser menos.

Llegó un punto en el que 3 médicos distintos me dijeron: “no puedo hacer nada más por ti”. Esas palabras me tocaron muchísimo.

¡Ni siquiera había cumplido los 30!

Al principio me vine abajo, lógicamente, pero después me di cuenta de que nadie iba a hacer nada para mejorar mi salud y mi calidad de vida.

¡Tenía que hacerlo yo!

Aprender era el pan de cada día

Me puse a estudiar bioquímica de forma autodidacta para entender qué procesos hacía mi cuerpo y que le estaba pasando.

Eso me llevó a abandonar el gluten y el azúcar.

Sentí un poco de mejoría y mi cuerpo me decía que iba por buen camino, así que seguí.

Estudiaba cada minuto que tenía libre, de lunes a domingo, sin descanso. Encontrar mi cura se convirtió en una obsesión y leía e investigaba día y noche hasta que me caía de sueño porque tenía claro y fe en que la encontraría.

Todas mis investigaciones me llevaron a conocer la alimentación cetogénica y al ayuno, mi tabla de salvación o como ahora podría llamarlo, a mi cura.

Cuando entré en cetosis, no solo empecé a mejorar físicamente, me volví más activa, podía levantarme sola del sofá, estaba de mejor humor y ¡sin inflamaciones!

Mi vida empezaba de nuevo…

Pude dejar, aunque con esfuerzo por la dependencia, los opiáceos, somníferos, antidepresivos y todo lo que tomaba a excepción de la levotiroxina, aunque conseguí reducir la dosis a la mitad.

Mi glándula tiroidea estaba tan perforada que ya no podría vivir sin esa medicación, aunque sí pude reducir la dosis porque la glándula que me queda trabaja más activamente.

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Empecé a subir montañas otra vez

Recuerdo perfectamente las lágrimas en mis mejillas cuando conseguí hacer por “segunda primera vez” mi primera cumbre.

No puedo expresar con palabras la satisfacción que sentí al ser capaz de volver a hacer eso.

Claramente se aprecia en las fotos que ni mi cuerpo ni yo estábamos aún al 100% pero lo que había conseguido hasta ahí me dio tanta, tanta fuerza que nunca más dejé de lado las riendas de mi vida y mi salud. Para bien o para mal mi salud es mía y las decisiones sobre ella también.

Conseguí perder el peso que había ganado con la enfermedad, aunque mi endocrino me dijo que eso no era posible.

Todo eso, me llevó a sacarme el título de técnico en nutrición y hacerme coach.

Ahora tenía una información demasiado valiosa como para guardármela para mí sola, hay mucha gente sufriendo en el mundo y tenía la necesidad de ayudar.

Hay mucha gente como tú o como yo, perdida, pensando que no hay salida y creyendo que esa es la cruz que le ha tocado vivir, pero amigo, NO hemos venido a este mundo para estar enfermos.

Estaba decidida a ayudar.

Con cambiarle la vida a una sola persona ya habría valido la pena, pero ya son más de 1.000 las personas tratadas con éxito.

Ya son cientos los que, con mi ayuda, han cambiado su vida.
Me encantaría poder ayudarte a ti
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¿estás listo para empezar?

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